Vamos a darle paso a uno de los discos de Celtic Frost, salió a la venta en el año 1988, con duras críticas, que hicieron que la banda una gran lista de descubrimientos sin sabores, fue el disco de las sentencias duras, por los entendidos de la materia, por muchas son y serán siempre, una de esas bandas que nada tienen que envidiar a los compañeros que habitan en su género musical, con una personalidad pautada.
Después de muchos años, podríamos comentar que, lo que fue, dejo de serlo, el hecho en que se vieron casí que apaleados por las criticas proyectándoles una personalidad de la que supieron realmente aprovecharse para ser lo que ahora mismo son.
Siempre hay a quien no se le puede gustar, no se puede tener a cualquier contento, pues sucede en el absurdo de por más ganas e ilusión que se le ponga, jamás se le podrá dar lo que realmente esperan de lo que vayamos a sacar.
Los grandes también caen, cuando sucede, lo sufren infinitamente más que los que ya saben convivir con el fracaso, por lo que otros supieron sacarle tajada a la rabia del disco que tantos cambios les hizo suponerse, del orgullo por el que fueron pisoteados y la frustación brutal de la sucia esquina del ritmo.
No es fácil puntuar y destripar un disco que puede o no gustar, que para unos fueron reyes del Glam-Rock y para otros el desecho y la escoria, es complicado puntuar, se puede subir a lo más alto o bajarlo a lo más bajo, pero sinceramente lo más justo y mesurazo es zanjar a medio camino, disfrutando del recuerdo, de lo que fueron, de lo que son y por supuesto, de lo que también serán.