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iMúsica Rock

Mägo de Oz – Sala Custom (Sevilla) 18-03-16

4.5/5 - (1150 votos)

Pocas veces se había visto tantísima expectación a las puertas de la Sala Custom como en la noche del pasado viernes. Los primeros en la cola aseguraban estar allí desde media mañana, y la fila de gente deseando entrar recorría un gran trecho. Tanto que el concierto tuvo que empezar más tarde porque todavía no había entrado todo el mundo, tras casi hora y media de tener las puertas abiertas. Estaba claro que Mägo había logrado ilusionar a la gente con esta nueva gira en la que recorrerían, del primero al último, todos los temas de su aclamado Finisterra.

Al igual que ocurrió con la crítica del disco, es muy complicado separar lo personal de lo objetivo en una crónica como ésta. Finisterra fue uno de los discos de mi vida, uno de los primeros que escuche en este estilo, y esas canciones todavía hoy me siguen emocionando, incluso reversionadas, como ya me demostró Finisterra Opera Rock. Era el momento de escucharlas en directo y poder comprobar cómo se las gastaban los Mägo de Oz en 2016, defendiendo temas de hace tres lustros.

Con la sala  ya abarrotada (aunque con espacio suficiente para todos, cosa que muchos agradecimos), las luces se apagaron y el sonido del Prólogo empezó a caldear el ambiente. Aquello estaba a punto de empezar, y ni siquiera el saber exactamente lo que iba a después hizo que el comienzo de Satania fuese menos impactante. El primer grito de Zeta retumbó en la Custom y la gente comenzó a saltar y a bailar al son de uno de los temas más veloces y agresivos de Mägo. Como suele ocurrir, al principio el sonido no era el mejor. Mucho barullo, especialmente en graves, y algo de distorsión por momentos que hacía sonar rara la voz de Zeta… Todo se arreglaría en el tercer y cuarto tema.

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Tras una épica Satania que puso ya a todos a saltar, La nueva versión de La Cruz de Santiago fue un tremendo cañonazo que toda la sala disfrutó. El virtuosismo de Carlitos, Javi Diez y Moha quedó más que demostrado en este nuevo tema, así como el buen hacer del joven Diego Malagás, que sustituía a Josema esa noche, cumpliendo con creces con su labor, todo sea dicho. Mientras el sonido iba mejorando, La Danza del Fuego nos puso de nuevo a saltar, tras esa pequeña introducción con la cálida voz de Zeta, que estuvo muy correcto durante todo el concierto. Se notaba que la gente estaba metida de lleno en el concierto, y es que con esos primeros temas era imposible parar de bailar, cantar y disfrutar.

El pequeño y leve “bajón” llegó con la increíble Hasta Que El Cuerpo Aguante, que fue coreada por todos, demostrando que es una de las más queridas de Finisterra. La voz de Patricia Tapia ya se hacía notar en los coros, y aunque a Txus a veces se le iba demasiado el pedal del bombo, la canción quedó muy emotiva. Quizá la mayor sorpresa de la noche vino después, con un medley en el que el Grupo tocó tres temas del disco, El Señor De Los Gramillos, Polla Dura No Cree En Dios y Kelpie. Entiendo que los dos primeros puedan ser muy similares y al venir seguidos también en el disco, se haga un arreglo con ambos, pero lo de meter también Kelpie en ese medley, recortándola bastante, a mí particularmente de  dolió en el alma. Y no solo porque la impresionante Patricia estaba dando una auténtica lección en el escenario, sino porque es una canción que me encanta y entendía que era injusto dejarla en tan poco. Cosas de los setlist, qué le vamos a hacer. El medley, eso sí, sonó espectacular, con unos cambios de ritmo y tempo muy bien asimilados, demostrando que tienen el repertorio más que dominado.

Maite Zaitut introducía la tripleta de baladas que escucharíamos posteriormente, para lucimiento de Zeta, que seguro que calló muchas bocas esa noche. Te puede gustar más o menos su tesitura o su tono de voz, pero está claro que el tío sabe cantar de lujo, aunque a veces le falta un poco más en la parte de frontman. Duerme permitió también lucirse a la impresionante Patricia, que una vez más nos dejó a todos con la boca abierta con una interpretación entre lo lírico y lo roquero digna de una de las mejores voces de nuestro país, ni más ni menos. Es Hora de Marchar, con Zeta, Javi Díez, Diego y Moha solos en el escenario, fue la calma antes de la tempestad.

Mirando a mi alrededor pude comprobar que había mucha variedad de edad entre los asistentes, desde los más maduritos, algunos con sus hijos incluso, hasta chavales muy jóvenes, algunos de los cuales apenas estarían gateando cuando Finisterra vio la luz. Da igual del grupo que fuesen o la edad que tuvieran, todos, absolutamente todos, se volvieron locos cuando Moha y Diego dieron la primera nota de Fiesta Pagana. Que sí, que muchos ya sabíamos el orden de actuación porque es el mismo que el del disco y estaba claro que iba a caer dicha canción. Pero fue la increíble esa sensación de escuchar solo la primera nota y ver cómo la gente comenzaba ya a gritar. Pocas veces he visto algo así en el público, en una sala. Disfrutamos muchísimo de la canción y todo el mundo quedó extenuado al final. Creo que poco más puedo decir.

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Era el hit que todos esperaban y lo disfrutamos al máximo, pero ni mucho menos era el final. El Que Quiera Entender Que Entienda nos hacía saltar de nuevo con ese inicio de teclados tan característico, seguido por toda la banda, que en ese momento ya se sentía cómoda en el escenario y sonaba como un auténtico cañón. Especial mención en este tema para Javi Diez, que realizó una labor espectacular a las teclas. Llegó posteriormente Los Renglones Torcidos de Dios, que muy a mi pesar, dejó a la gente algo fría. Como ya comenté en la crítica del disco, no es la canción más conocida del disco, pero tiene algo que la hace realmente especial. Me encantó escucharla en directo, con todos los arreglos nuevos y con los espectaculares como de Patricia, que en el estribillo casi se comía a Zeta. Una delicia escuchar un tema así.

Con Tres Tristes Tigres, Patri volvió a la parte frontal del escenario para deleitarnos con una interpretación brutal, sin nada que envidiarle a la que Diana Navarro realiza en el disco, que ya es decir. A Costa Da Morte, fue un descanso para ella y para Zeta, con el resto de la banda interpretando esta exquisita canción instrumental, muy folkie. La Santa Compaña nos devolvió al heavy puro y duro, otro temazo de esos inolvidables del disco, que sonó espectacular de nuevo (sí, incluyendo esa parte cuasi caribeña de la mitad). La gente seguía saltando y coreando cada canción, aunque sabíamos que aquello se acercaba a su final de manera inexorable.

Otro pequeño descanso, con toda la banda retirada, mientras sonaba Conxuro, sirvió de alivio para el arreón final, que no era moco de pavo. El primer acorde de Astaroth, en medio de la oscuridad, causó también mucho revuelo entre los asistentes, que no solo disfrutan de los temas más folkies y fiesteros, sino también de los netamente heavies. Siendo una de mis canciones favoritas, he de decir que sonó espectacular, con un Fernando Mainer luciéndose con el bajo en la parte intermedia, Patri volviendo a demostrar de lo que es capaz de hacer, Zeta llegando a todo y un orgásmico solo de Carlitos que desembocó en el último estribillo, cantado por toda la sala (y seguramente hasta por los guardas de fuera).

Los grandilocuentes coros de Finisterra atronaron por los altavoces de la sala, y la gente no tardó en unirse a ellos (con esa entonación propia tan característica que tenemos los sevillanos cantando en un perfecto latín). El tema que cerraba el disco y el concierto comenzó atronador y con un Zeta espectacular, demostrando estar a la altura de la situación, ayudado por Patricia en muchas voces. Toda la banda tuvo su momento de lucimiento en una tema de más de quince minutos que supuso, en su momento, el más espectacular de la carrera de Mägo. Entre tanto cambio de ritmo, el bombo de Txus volvió a salirse de madre en alguna que otra ocasión, pero ya nos daba absolutamente igual. Estábamos saboreando los últimos minutos de un concierto que no queríamos que acabase nunca… y no lo iba a hacer al final de esa canción.

Tras el atronador aplauso por parte del público y la inevitable petición de “otra, otra”, los Mägo volvieron a escena para tocar “una cualquiera, así al voleo”, como bromeó Zeta. Molinos de Viento puso boca abajo la sala y gastó las últimas fuerzas del público, que todavía quería saltar, cantar y bailar más. Fue el broche de oro perfecto para un concierto memorable, más que correcto en ejecución, y extraordinario en cuanto al repertorio… porque Finisterra sigue siendo hoy, dieciséis años después, posiblemente lo mejor que haya parido Mägo de Oz… y ellos lo saben, igual que nosotros, que llenábamos esa sala y cantábamos todas las canciones de la primera a la última. Fue una apuesta segura y ganadora.